Hay veces en las que hacemos sufrir a nuestro coche y no lo sabemos. Algunas acciones que realizamos de manera mecánica y otras que, siendo necesarias, no llevamos a cabo pueden provocar averías que se podían haber evitado de manera muy sencilla.
Como queremos que tu coche siga rodando en perfectas condiciones durante mucho tiempo, te vamos a contar algunos hábitos muy sencillos que puedes incorporar en tu día a día con tu vehículo y que te resultarán muy útiles a la hora de prevenir averías:
- Revisa la presión de los neumáticos: hazlo al menos una vez al mes para evitar desgastes y reventones peligrosos. Tan solo tienes que ajustarla a lo que dice el fabricante de tu coche en la tapa del depósito de combustible o en el lateral de alguna de las puertas.
- Ten paciencia al iniciar la marcha: si el motor está frío y aceleras demasiado, se desgastará más rápidamente. Además, si ha estado un buen rato aparcado, necesitará unos segundos para que el aceite del cárter llegue a todos los lugares donde se necesita. Esperar unos segundos desde que se enciende el coche hasta empezar a circular y acelerar de manera progresiva son dos buenos hábitos en este sentido.
- Ten paciencia (también) al detener la marcha: si has realizado un viaje largo, conviene que esperes un minuto antes de apagar el coche. La temperatura del turbo habrá subido mucho, por eso conviene dejar tiempo al aceite y al sistema de refrigeración para que la hagan descender.
- Suelta el pedal de embrague en los semáforos: evitarás el desgaste por rozamiento entre las piezas que supone dejarlo accionado durante una parada. Deja el coche en punto muerto y deja que el embrague descanse un rato.
- Utiliza el freno motor en cuestas abajo largas: evitarás un desgaste excesivo de los frenos, así como su sobrecalentamiento por un uso continuado y demasiado intenso. Las marchas cortas te ayudarán a disminuir la velocidad y a controlar mejor el vehículo.
- No te pases con las marchas largas: aunque éstas ayudan a realizar una conducción más ecológica, no debes circular a muy bajas revoluciones, porque pueden sufrir elementos como la válvula EGR, el catalizador o el filtro de partículas. Mantén el motor a partir de las 1.700 rpm si tu coche es diésel, y de las 2.500 rpm si es gasolina (aproximadamente).
- Enciende el aire acondicionado de vez en cuando: debes hacerlo al menos una vez cada dos meses durante unos minutos para asegurarte de que el sistema se mantiene correctamente lubricado.
- Aléjate de los bordillos: cuidarás muy bien de tus neumáticos si los mantienes lejos de estos elementos, sobre todo los que son muy elevados, porque pueden provocar deformaciones.
- Quita la mano de la palanca de cambios: apoyarla en este elemento puede acabar desgastando la caja de cambios, porque, aunque sea muy ligera, siempre ejerces algo de presión sobre su mecanismo. Así que solo debes tocarla cuando vayas a cambiar de marcha.
- Reduce tu velocidad ante un badén o un bache: así cuidarás de las suspensiones y las ruedas. Pasa despacio por estas zonas: tu coche lo agradecerá.
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Fuente: Autofácil.
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